El aumento de tarifas en 2024 generó un alto a los gastos en productos que no son de primera necesidad. ¿Qué dicen los expertos?
- Los proveedores comenzaron a ofrecer descuentos y promociones para intentar dinamizar las ventas.
- Octubre, según los primeros datos, mostró una baja del 10% en el consumo, pero las proyecciones no son alentadoras.
El consumo masivo en Argentina profundizó su tendencia negativa durante el mes de septiembre de 2024, registrando una contracción del 22,3% en supermercados y autoservicios, según un informe de la consultora Scentia. Este desplome, que afecta tanto a las grandes superficies como a los comercios independientes, se convierte en la baja más pronunciada de los últimos años, con cifras alarmantes en algunas categorías clave.
La disminución del consumo se extiende a todas las categorías de productos, aunque el rubro de bienes “impulsivos” como alfajores, bombones y cigarrillos sufrió el mayor retroceso, con una baja del 37,2%. Le siguen las bebidas alcohólicas, que cayeron un 30,7%, y los productos de higiene y cosmética, con una disminución del 28,3%. Estas caídas no discriminan entre supermercados y autoservicios, que vieron una reducción de ventas del 21,2% y 23,5%, respectivamente.
A nivel nacional, el panorama es desalentador, con una baja acumulada del 11,9% en los primeros nueve meses del año. En particular, el interior del país ha sido el más golpeado, con descensos que superan el 30% en algunas provincias.
¿Por qué caen las ventas?
Mariano Ricciardi, Máster en Economía y Director de BDI Consultora de Inversiones, explica a Noticias del Mercado que la caída del consumo responde a varios factores. Uno de los principales es el impacto de las tarifas de servicios públicos, que comenzaron a incrementarse a principios de año y han reducido significativamente el poder adquisitivo de los hogares. “El aumento de las tarifas dejó menos ingresos disponibles para el consumo familiar, lo que afecta directamente la demanda en los supermercados y autoservicios”, detalla Ricciardi.
Además, la comparación interanual se ve afectada por un fenómeno particular de 2023. El año pasado, los consumidores adelantaron compras debido a la alta inflación y la volatilidad política en la antesala de las elecciones. “Durante septiembre, octubre y noviembre de 2023, la gente se stockeó para evitar pagar precios más altos en el futuro, lo que generó un boom de consumo que distorsiona la comparación actual#, comenta Ricciardi. Este comportamiento atípico, sumado a la disminución del consumo en 2024, agranda la brecha interanual, generando caídas que, aunque reales, deben analizarse con cautela.
El rol de la inflación y la actividad económica
El escenario inflacionario es un factor determinante en la evolución del consumo masivo. Con una inflación que, aunque alta, ha comenzado a moderarse en 2024, el efecto sobre el consumo ha sido doble. Por un lado, la inflación del año pasado incentivó el adelantamiento de compras, pero este año, con una estabilización parcial, los hogares tienen menos capacidad de compra debido al aumento de tarifas y la menor disponibilidad de crédito.
En este contexto, el gobierno continúa intentando contener la inflación a través de una política de baja actividad económica, que limita la capacidad de las familias para consumir. Esto se suma a la presión de los aumentos en servicios esenciales, que obligan a los consumidores a recortar gastos en productos no esenciales.
¿Qué esperar en los próximos meses?
Octubre, según los primeros datos, mostró una baja del 10% en el consumo, pero las proyecciones no son alentadoras. Aunque octubre no comenzó tan mal, la segunda quincena podría revertir cualquier señal de mejora, repitiendo el patrón de contracción visto en los meses anteriores. La incertidumbre política y económica de cara al último trimestre del año, sumada a las presiones inflacionarias que aún persisten, mantienen un panorama sombrío para la reactivación del consumo.
Los proveedores, por su parte, comenzaron a ofrecer descuentos y promociones para intentar dinamizar las ventas. Sin embargo, la situación de base sigue siendo delicada. El deterioro del poder adquisitivo, sumado a la falta de incentivos claros para el consumo, dificultan la posibilidad de una reactivación sostenida en el corto plazo.