La noticia fue recibida con entusiasmo en Wall Street, donde el índice S&P 500 registró una suba del 0,5% .
Por REDACCION
- Las acciones de sectores sensibles a los cambios en las tasas fueron las principales ganadoras.
- La baja de tasas podría aliviar algo de la presión sobre el peso argentino.
Después de semanas de especulación, la Reserva Federal (Fed) de los Estados Unidos (LINK: )tomó una decisión clave que marca un punto de inflexión en su política monetaria: recortó las tasas de interés en 50 puntos básicos, llevando el rango de referencia a entre 4,75% y 5%.
Este es el primer ajuste de este tipo en más de cuatro años, luego de un periodo prolongado de tasas altas diseñadas para contener la inflación. Este recorte genera múltiples implicancias no solo para la economía estadounidense, sino también para los mercados internacionales y, particularmente, para economías emergentes como la de Argentina.
El contexto detrás del recorte de la Fed
Durante el último año, la Fed mantuvo las tasas en niveles elevados para controlar una inflación que llegó a sus picos más altos en cuatro décadas, impulsada por una combinación de factores como la pandemia, la guerra en Ucrania y cuellos de botella en la cadena de suministros. Con las tasas altas, el crédito se encareció, lo que redujo el consumo y la inversión, llevando a una moderación en la inflación. Sin embargo, recientemente, los datos han mostrado señales de que la inflación comienza a ceder, ubicándose cerca de los niveles previos a la pandemia, lo que abrió la puerta para que la Fed optara por un recorte.
Este ajuste de medio punto porcentual no solo refleja la mejora en el escenario inflacionario, sino también una preocupación creciente por la desaceleración del mercado laboral y el debilitamiento del crecimiento económico. La Fed proyecta una reducción adicional de 50 puntos básicos para fines de 2024, en un intento por equilibrar el crecimiento y el empleo sin perder de vista su objetivo inflacionario del 2%.
¿Quiénes se beneficiaron con el recorte de la Fed?
La noticia fue recibida con entusiasmo en Wall Street, donde el índice S&P 500 registró una suba del 0,5% poco después del anuncio. Las acciones de sectores sensibles a los cambios en las tasas, como el inmobiliario y el consumo, fueron las principales ganadoras, ya que un recorte de tasas implica menores costos de financiamiento y, en teoría, un impulso al consumo.
Por otro lado, el mercado de bonos mostró volatilidad, con una caída en el rendimiento de los bonos del Tesoro a dos años, que descendieron 5,5 puntos básicos hasta el 3,55%.
En cuanto a los mercados emergentes, los recortes de tasas en Estados Unidos suelen tener efectos mixtos. Por un lado, un menor rendimiento de los activos estadounidenses, considerados de bajo riesgo, tiende a impulsar a los inversores a buscar mayores retornos en activos de riesgo, como los bonos soberanos de países periféricos. Este cambio en la demanda puede resultar beneficioso para países como Argentina, cuya deuda es vista con creciente interés por los inversores en busca de rendimientos superiores.
¿Qué significa para la Argentina?
Argentina, con su economía atravesando un ciclo de alta inflación, enfrenta un contexto delicado. La baja de tasas en Estados Unidos podría aliviar algo de la presión sobre el peso argentino, ya que el dólar tiende a depreciarse cuando las tasas de interés estadounidenses bajan. No obstante, la volatilidad cambiaria en el país, sumada a los desequilibrios macroeconómicos, limita los efectos positivos que este recorte podría tener en términos de estabilidad financiera local.
Además, un recorte de tasas en EE.UU. puede abaratar el costo de financiamiento en dólares para empresas y gobiernos, algo crucial para una economía argentina que necesita acceso a financiamiento externo. Sin embargo, el acceso a esos créditos estará condicionado por la percepción de riesgo que los mercados internacionales tengan sobre el país, influenciada por el riesgo político y económico.
Vale señalar que el impacto global de esta medida se reflejará no solo en los próximos meses, sino en años, a medida que los países adapten sus políticas económicas y financieras a este nuevo entorno.